lunes, 23 de noviembre de 2015

Congreso Trust Women Conference organizado por la Fundación Thomson Reuters.

Hace unos días, Acción para el Desarrollo y la Igualdad me dio la oportunidad de poder asistir al congreso Trust Women Conference organizado por la Fundación Thomson Reuters. Este congreso se lleva celebrado desde 2012, contando cada vez con más delegados, organizaciones y compañías que deciden participar para intentar tomar acciones respecto a temas tales como la esclavitud moderna, el empoderamiento femenino, o la educación.

En estos dos días he estado empapándome de estos temas tanto por las conferencias como por las conversaciones posteriores con personas venidas de todo el mundo para este congreso.
El primer día, las charlas giraron en torno al tema de la educación; aunque a medida que el congreso avanzaba me di cuenta de que este era un tema transversal, a la vez que una herramienta, para combatir todos los demás problemas, la sumisión de la mujer, la esclavitud moderna, e incluso el tráfico humano.

La educación nos hace hombres y mujeres libres ¿Por qué? es la herramienta que nos posibilita pensar por nosotros mismos, decidir libremente, pensar de manera crítica para que podamos elegir y opinar de forma autónoma. Por ello es tan importante el  derecho a la educación, para que las sociedades puedan ser libres y de esta manera avanzar y progresar garantizando la igualdad entre sus ciudadanos y ciudadanas.

Hasta que todas las niñas del mundo puedan recibir una educación integral y de calidad no se romperán las desigualdades, poniendo fin a esta sociedad patriarcal y misógina. En lugar de ello, muchas de estas niñas deben trabajar para ayudar a sus familias, son sometidas a casamientos forzosos, o simplemente no se les permite recibir educación por parte de un hombre y el número de maestras en el lugar donde viven es insuficiente. La educación es la única arma posible para que estas niñas puedan ser mujeres independientes, libres de la sumisión de un marido que las mantenga; su única solución es acceder a una independencia económica, un empoderamiento que les permita ser autosuficientes sin la necesidad de doblegarse ante un hombre. Esta dependencia económica hacia los hombres, en sociedades tan cerradas y conservadoras, las imposibilita a ser dueñas de su vida, de sus decisiones, de su educación, de su acceso a la salud, de su sexualidad.... ¿Cómo pueden recuperar esto si desde niñas se les niega el acceso a una educación básica? El  mundo necesita mujeres libres para ayudar a otras mujeres a conseguir su independencia, a tomar sus propias decisiones en todos los ámbitos de su vida.

 “Cuando empoderas a una niña por medio de la educación, cambia el mundo de todas las personas alrededor de ella”
Justo ayer, mientras preparaba café con una gran amiga y persona, hablábamos sobre el mundo en general, en relación a cómo el mundo en el que vivimos se ha convertido en una auténtica olla a presión en el que ahora más que nunca todo está despertando y reaccionando a raíz de la globalidad imperante.

En parte esto puede verse como una ventaja, pues a la vez que esta sociedad nos empuja al egoísmo a través del consumismo y la propiedad privada, por otro lado, estar interconectados, no sólo a nivel telemático, nos da la posibilidad de empatizar de una manera real con los problemas que existen en la otra parte del mundo. Esto puede verse como una contradicción, ya que estar tan expuestos al  sufrimiento ajeno en nuestro día a día puede insensibilizarnos hasta el punto de no inmutarnos ante él y poder estar viendo en televisión las consecuencias de una devastadora guerra sin vomitar el almuerzo que estamos tomando en ese momento; pero, y aquí radica nuestra esperanza, este proceso globalizador puede ayudarnos a crear conciencia, puede ayudarnos a conocer estas realidades de forma directa, no sólo a través de una pantalla, y empaparnos de ellas, sufrirlas como nuestras, empatizar, pero hacerlo de verdad. Vivimos  en un mundo intercultural, en el que cada vez más, las sociedades avanzan juntas, sin diferencias, en el que los pueblos se apoyan los unos a los otros, porque no nos sentimos indiferentes ante las violaciones de derechos humanos en China, El Salvador, o Arabia Saudí, y esto nos hace hermanos y hermanas en un mismo planeta, independientemente de nuestros orígenes, nuestras costumbres, nuestra apariencia, y nuestra religión. Vivimos en un planeta en el que todos somos migrantes, en constante movimiento, mezclando culturas, enriqueciendo sociedades, avanzando juntos sin perder nuestra esencia, compartiéndola.

Esto nos ayuda a ayudar y a dejarnos ayudar, nos hace más humanos, y este es el camino que podemos elegir, porque vivir de una manera sostenible y solidaria no tiene por qué alejarse de la realidad en la que vivimos; porque aunque parezca difícil, si queremos podemos conseguirlo con cada una de las decisiones que tomamos cada día, pues no debemos olvidar que el cambio comienza en nosotros mismos.

Podemos cambiar la realidad, podemos mejorar el mundo en el que vivimos, y si podemos hacerlo, debemos como mínimo, intentarlo. ¿Cómo? Una de las cosas que he aprendido en este congreso es que, para perseguir lo que puede parecer la utopía de vivir en un mundo mejor, en el que no exista esclavitud, sumisión, pobreza, violaciones de derechos humanos… lo que hay que hacer es bajar de las nubes y convertir la utopía en realidad, actuar desde nuestras posibilidades, desde el mundo real, tomando acción.

El primer paso, como todo, es informarse, la información es clave para poder decidir libremente; el siguiente paso es decidir cómo podemos actuar de forma sostenible y solidaria, cuál es la manera más equitativa; y a partir de ahí nuestras decisiones son claves para colaborar con todas las injusticias  cometidas en este mundo, o  no ser cómplices de ellas. Elegir una ropa u otra, un café u otro, una compañía u otra pueden parecer pequeños gestos que no sirven para nada, pero todo lo que hay detrás de ello, todos los intereses económicos que hay en las grandes empresas pueden verse afectados por la decisiones de la gente de a pie, y es ahí, cuando estás rechazando o siendo partícipe de la esclavitud, cuando estás ayudando o no a que esa persona que está trabajando en esa fábrica o en ese campo a que reciba un salario justo. Con esa elección estás eligiendo enviar un mensaje a las grandes multinacionales que manejan el mercado – Yo no colaboro con la esclavitud.
Cuando dejemos de mirar para otro lado como sociedad, dándole el precio y el valor que realmente tiene cada cosa, nos concienciaremos de que comprar esa marca que nos va a  ahorrar unos euros,  tiene un coste muy grande en derechos humanos, y cuando consigamos empatizar a ese nivel, no nos costará rechazar hábitos egoístas a los que nos han acostumbrado a través de su publicidad. Ahora más que nunca tenemos la herramienta de la información, no podemos mirar para otro lado, debemos dejar de hacerlo.

 Las empresas deben cambiar sus políticas, quizás al  principio con pequeñas acciones y de manera muy superficial, pero esto sólo es el comienzo, porque cada vez somos más los que rechazamos su enriquecimiento a costa del sufrimiento ajeno, más los que dejamos de colaborar con ello, los que exigimos medidas, garantía, acciones reales. Porque nosotros y nosotras, como habitantes de este planeta, como personas, como consumidores, tenemos  una responsabilidad y debemos ser coherentes con nuestros actos. El cambio comienza en nosotros  mismos, en nuestras elecciones; y eso también es una forma de luchar.

Todos recordamos el derrumbamiento en las fábricas de ropa en Bangladesh. Esas compañías aún no han respondido por todas esas muertes, más de mil personas. ¿Quién debe hacerlo? Gobierno y fábricas de proveedores deben garantizar unas condiciones de seguridad para sus empleados, pero el consumidor tiene una gran responsabilidad también, y muy importante, en su mano está el exigir a las empresas que sus proveedores cumplan condiciones de seguridad y salarios justos.

Es necesario un acuerdo entre ambas partes sobre derechos  de los trabajadores, exigiendo transparencia a las empresas y a sus proveedores en estos países; muchas veces los gobiernos de estos países son verdaderos esclavos de las multinacionales, no solamente sus habitantes; si no responden a la presión, a los precios y los salarios que les imponen, esas multinacionales buscarán proveedores en otros países, dejando a miles de familias sin el único sustento que tienen. Por ello es el  consumidor el que debe exigir a estas multinacionales más transparencia y políticas más justas, porque somos los que estamos adquiriendo estos bienes. Nuestro consumo les enriquece, consumamos pues acorde a la responsabilidad que tenemos.

En definitiva, con estas reflexiones y opiniones personales, me gustaría invitar a todo el mundo a hacer el mismo ejercicio de introspección y observarnos de manera realista, y ver qué podemos hacer para mejorar nuestro entorno y este mundo que compartimos todos y todas, con nuestros actos cotidianos. Nos invito (me incluyo) a conocer, a indagar, a descubrir qué ocurre en este vasto planeta en el que vivimos y qué podemos hacer para romper esa complicidad con aquello que no nos define, y que no estamos de acuerdo.

Hay dos formas de estar en el mundo, participando en él o no haciéndolo. Si escoges participar en él puedes elegir dos caminos, hacerlo de una manera ética y sostenible o injusta y destructiva (la pasividad es igual de injusta y destructiva). Es cierto que a veces vivimos en un mundo horrible, basado en un sistema económico que sólo atiende al dinero, con personas egoístas que sólo miran por sus intereses; pero este es nuestro mundo, y podemos cambiarlo, podemos empezar cambiando nosotros mismos y expandiendo estas ganas de cambio con nuestras personas más cercanas, y que a su vez estas personas remuevan las conciencias de su entorno más próximo, y así cada vez seremos más los que cambiemos este mundo con nuestros pequeños gestos y nuestras elecciones cotidianas. 
Lo sé, es el discurso de siempre, pero en vez de dar la espalda, se puede hacer de ello una realidad mientras se persigue la utopía, se puede hacer de ello nuestra realidad, y cada vez la de más personas, peleando cada día por un mundo más justo.

Gracias una vez más a Acción para el Desarrollo y la Igualdad por despertar en mí esa ilusión por querer cambiar las cosas, y por darme la oportunidad de compartir todo esto con vosotros y vosotras, y que cada vez seamos más los que sentimos que tenemos una responsabilidad para con este mundo.

Nira Plaza Coca


sábado, 5 de septiembre de 2015

REGRESO A LAS FLORES


Hace un año que vine aquí. A mi vuelta nada ha cambiado, es como si el tiempo no hubiera pasado en este lugar, supongo que un año no da para mucho y en parte este sentimiento ayuda, pues da una sensación de haber vuelto a casa; y es que como ya escribí hace un año, en este lugar se quedó un pedacito de mí, y ya no puedo sino cuidar de él.

Las mismas sonrisas y abrazos en un caluroso recibimiento y mayores alegrías, esta vez más sinceras, las que salen del corazón en los reencuentros entre personas queridas.
Es maravilloso ese sentimiento de haber vuelto, como les prometí, y de volver a compartir risas, aprendizajes, alegrías, charlas en las madrugadas preparando café y frijoles, y en definitiva momentos que van haciendo cada vez más grande nuestro vínculo.
Este año la situación es más difícil, las mujeres y niñas que aquí trabajan y viven han tenido que luchar mucho para que este centro no cierre sus puertas, y las cicatrices se traducen en la falta de agua y luz, costes a los que no se puede hacer frente debido al encarecimiento de los servicios.
En esta aldea situada en mitad de montaña y bosque selvático, la falta de luz supone la finalización del día en todos los sentidos, pues después del crepúsculo ya no se puede trabajar a la luz de la luna.
Qué decir de la falta de agua, exprimiendo cada gota para asearnos, lavar la ropa, los trastes…. Y cuando se acaba, sólo queda cargar agua en la quebrada y traer baldes llenos de agua hasta aquí. Para empeorar la situación, atravesamos una sequía bien larga, no llueve desde hace ya tiempo.
A pesar de todo esto, no todo son penas y aquí se trabaja duro para celebrar las alegrías y por ello hemos comenzado un taller de decoración de macetas y jardinería con las niñas. De esta manera aprovechamos los beneficios terapéuticos de esta actividad como la relajación y el desarrollo de la creatividad, además de recaudar fondos para el centro con lo conseguido de su venta. Todas, no sólo las pequeñas, disfrutamos de esta actividad cada tarde mientras lo compaginamos con los quehaceres diarios.
 
 
Por supuesto no sólo es trabajar, y como las niñas también merecen disfrutar y pasárselo bien, el pasado fin de semana viajamos hasta unas aguas termales en La Paz, a dos horas de Tegucigalpa.
Hasta allí nos fuimos cargadas de comida para preparar unas ricas enchiladas y pasar el día bañándonos y disfrutando al fin del agua tan apreciada en estos tiempos de sequía.
Todo merece la pena por ver las sonrisas de unas niñas que son pura alegría, que se pasan el día trabajando y estudiando y aun así les quedan fuerzas para colaborar en aquello que sea necesario en el centro, en este hogar donde vivimos todas.
Este viaje nos ayudó a relajarnos, a tener un respiro de la continuada sequía y la escasez de agua, a recuperar fuerzas, a reírnos; nos brindó la oportunidad de pasar un merecido tiempo en familia fuera de deberes y tareas, sólo con la intención de disfrutar y aprovechar el tiempo juntas, celebrando nuestra familia; y sobre todo nos permitió disfrutar de la vida y sus  maravillas, que al final es lo que le da sentido a nuestro día a día.


Nira Plaza Coca
Voluntaria (subvención Diputación de Ciudad Real)
La Casa de Las Flores. Tegucigalpa. Honduras

 

miércoles, 2 de septiembre de 2015

MI BALDE DE AGUA

Me gustaría hablaros de una problemática que aunque nos atañe a todos los habitantes de la tierra, sólo algunos la sufren.
 
Esta fotografía que he tomado es de mi cubo de agua de hoy, un cubo de 9 galones, 28 kg (aunque si lo lleno hasta arriba me es imposible cargarlo los dos kilómetros de camino hasta el internado) Me siento torpe y débil al ver a las niñas de esta casa hogar cagándolos sin problemas sobre sus cabezas.  Y es que sólo cuando te falta algo, de verdad comprendes cuánto cuesta conseguirlo.
Esta historia no va sobre el agua en general, trata sobre este cubo de agua en concreto, este balde de agua.
Un cubo de agua (cuando es lo único que tienes) aquí, a varios kilómetros de Tegucigalpa, en una aldea de algunas casas desperdigadas en medio de la frondosa vegetación de estos bosques selváticos, cuesta el sudor de dos kilómetros cargados literalmente a cuestas o en su defecto y para mi sorpresa  4 Lempiras. Cuando pregunto cómo es posible que un cubo de agua sucia pueda costar dinero, una niña le da un revés a mi cerebro acomodado al mundo de agua potable de grifo y me contesta  “-¡Tía! ¡Un cubo de agua sucia no!- Y ríe -¡Un cubo de AGUA!. Esa conversación, esa pregunta y respuesta, ese conjunto, me congelaron y me dejaron pensando un buen rato (aún exhausta por el esfuerzo físico realizado).
Honduras, y en particular esta zona, ya lleva tiempo de sequía a pesar que estamos en el mes lluvioso. Nuestra zona está  extremadamente seca, los lugareños se quejan de la deforestación como causa principal de la sequía, y bien saben que esto se debe a la masiva tala de árboles y bosques de la zona que hacen que las nubes vayan y aquí no dejen ni una gota.
La quebrada, el riachuelo que abastece la aldea está seco, apenas tiene algo de agua donde se bañan algunos niños de la zona y lavan la ropa sus madres, y de donde nosotras cargamos cubos de agua para asearnos, lavar algo de nuestra ropa, y utilizar en el baño; y no, aun exprimiendo la última gota no da para todo.
Por supuesto la situación no es tan drástica como parece. Existe la opción de comprar agua como en muchos lugares “más desarrollados”, pagar por un servicio básico que debería ser común a todo el mundo y recibir cómodamente en casa (como anotación, y por si no lo sabéis, aquí el agua del grifo no es potable de ninguna manera) pero tristemente no todas las personas pueden hacer frente a este coste y su encarecimiento continuo.
Las Flores es un centro de niñas, una casa hogar que acoge a 20 niñas, que duramente  (y tarde) recibe subvenciones del gobierno, y mejor no hablar de la Iglesia, que a pesar de pertenecer a esta institución, se desentiende totalmente del mismo.
Las donaciones privadas, la solidaridad vecinal, la venta de artesanía, la cooperación internacional… ayudan a que este centro no cierre las puertas.
Toda esta situación, tan lejana y desconocida para mí, que hace dos semanas estaba bañándome en mi piscina, tomando duchas diarias y abriendo el grifo para beber agua potable, me hacen replantearme más que nunca qué estamos haciendo con el planeta, y en qué nos estamos convirtiendo o nos hemos convertido como seres humanos. Y es que aunque vivamos en el mismo planeta, realmente en algunos rincones estamos protegidos con una cúpula de cristales tintados para no ver la realidad fuera de nuestras fronteras.
Europa está en crisis, España está en crisis, la economía europea se tambalea. ¿Crisis de qué?
El modelo económico que tenemos, este capitalismo salvaje del que nos beneficiamos en los “países desarrollados”, modelo y estilo de vida que sobrevive de la avaricia, recae directamente en vidas ajenas, en el otro lado del mundo; tiene un coste. Y aunque a nuestros ojos sea asequible, el coste real es mucho mayor, ya sea en derechos humanos o recursos naturales, y de verdad que no lo vemos, aunque lo tengamos delante. Son los cristales tintados a los que nos hemos acostumbrados.
Mientras unos abrimos el grifo y despilfarramos el agua potable, a otros les cuesta cargar litros de agua sobre sus cabezas durante kilómetros.
Nosotras podemos dar gracias: tenemos agua. Incluso cuando no hay agua, podemos destinar algunos fondos y comprarla. ¿Cuántas personas en el planeta no podrán hacer esto? ¿Cuánta gente no podrá acceder a este recurso tan básico? Y por otro lado, ¿Cuántos de nosotros, de los que estáis leyendo esto, nos hemos visto sin acceso al agua más de dos horas? Y llegados a este punto, ¿Cómo, siendo esta diferencia tan abismal, podemos realmente empatizar y comprender este problema?
 
Nira Plaza Coca

Voluntaria en La Casa de Las Flores (Subvención: Diputación de Ciudad Real)
Tegucigalpa, Honduras

lunes, 16 de febrero de 2015

NIRA DESDE LEJOS....PERO SIEMPRE CON "LAS FLORES"


La empatía es un sentimiento que a veces es difícil alcanzar cuando estamos inmersos en nuestra ajetreada y cómoda rutina, de la que no somos más que víctimas aisladas de los problemas ajenos. Sin embargo, cuando tienes la oportunidad de vivir la vida de otras personas, de adentrarte en su día a día, con sus retos y quehaceres cotidianos, con sus dificultades y sus recompensas; ganas algo que te ayuda a crecer como persona, ganas humanidad, sensibilidad; ganas fortaleza, integración; consigues desprenderte de tu rol social para ser lo que se necesita de ti. En definitiva ganas felicidad, porque ya se sabe, no es más feliz quien recibe, sino quien da; y cuando comprendes esto, ganas un poquito más como persona.
El tiempo que estuve en Honduras realizando un voluntariado, gané todo eso y más. Sinceramente soy incapaz de describir con palabras todo lo que recibí de aquellas niñas y trabajadoras que se volcaron en hacer de mi estancia con ellas, uno de los periodos más felices de mi vida. Creo que todo el mundo que ha vivido una experiencia similar, estará de acuerdo conmigo en que el descubrir que te sobran un 80% de tus bienes materiales, te hace sentirte libre. Que el no tener lavadora, te hace ser consciente de que no necesitas tanta ropa; que el no tener agua potable, te hace no malgastarla; que el no recibir gratis nada en esta vida, te obliga a valorar tu esfuerzo, a pelear por lo que realmente quieres. Y sobre todo, te hace ser consciente de la desigualdad que existe en el mundo. Vivimos nuestras vidas de confort alejadas de la realidad social, y a veces es necesario que se nos pellizque un poquito (o mucho) para despertar.
Estando allí, conocí a personas que me ayudaron a comprender todo esto, y que además, reinventaron mi concepto de amistad, de altruismo, de cooperación; y por ello me gustaría contaros un poquito más de estas pequeñas grandes luchadoras, y de las educadoras que dan lo mejor de sí mismas para velar por la seguridad de estas niñas y para que poco a poco construyan su proyecto de vida.
El Centro las Flores es una casa de acogida ubicada en las afueras de Tegucigalpa, en ella conviven veinte niñas de edades comprendidas entre 6 y 18 años que han sido víctimas  de violencia sexual. Gracias a este centro, con el cual colabora esta ONG, las niñas pueden vivir en un entorno seguro que les provee de sus necesidades básicas; algo tan simple y tan vital para la infancia como alimentación, asistencia médica, educación, y seguridad. Gracias a esta labor las niñas pueden desarrollar su independencia, pueden encaminar un futuro de vida que ellas mismas deciden.
Mantener este Centro abierto supone mucho esfuerzo, obviamente. Por un lado, recursos humanos; en este caso un equipo de personas que se desviven para que este centro no cierre sus puertas. Las Flores cuenta con una directora y una trabajadora social que trabajan por las niñas, por su educación, que les enseñan a ganarse las cosas con esfuerzo y superación, que les hacen fuertes en sus momentos débiles y humildes en los ataques típicos de la infancia y adolescencia; y unas educadoras que les dan todo su amor, que viven en el centro con ellas las 24 horas del día, lo que supone un gran sacrificio personal que están dispuestas a realizar porque saben que son el mayor apoyo para ellas, que son su otra familia. También forman parte de esta red humana las ONG y asociaciones que luchan por mantener con vida este proyecto, la ONG española “Asociación para el Desarrollo y la Igualdad” y la hondureña “Asociación Koinonía”; y cómo no, también todas las madrinas y padrinos que colaboran con ellas.
Y  por otra parte, el lado menos amable pero necesario igualmente, los recursos económicos. En un país como Honduras, donde la pobreza está a la orden del día, las subvenciones por parte del gobierno llegan tarde o no llegan, y estas modestas asociaciones tienen que lidiar con infinidad de dificultades para conseguir este dinero con el que hacer frente a necesidades tan básicas. Yo he sido testigo de todos estos obstáculos diarios a los que se enfrenta el centro cada día para mantener sus puertas abiertas, y cuando has vivido su realidad no puedes permitir que estas niñas vuelvan a su vida anterior; este centro es lo único que les asegura un futuro digno, y entonces entiendes todo lo que estas personas hacen para que siga funcionando.
Para que las conozcáis un poquito más, estas veinte niñas, a cuál más especial, combinan sus tareas en el centro (limpieza, mantenimiento, cocina, cuidado de los animales, lavandería…) con su educación. Unas van al colegio, otras a un centro especial, y otras a un centro de adultos en el que trabajan duramente para compensar su incorporación tardía al sistema educativo. Con su esfuerzo y dedicación al trabajo,  cuatro de ellas consiguieron estar en el cuadro de honor del colegio el curso pasado, y las más mayores, en su último año de bachillerato, ya comienzan a pensar en su futuro universitario; medicina, empresariales y veterinaria.
Son unas chicas maravillosas, con una optimista visión del futuro y trabajadoras como nadie. Derrochan alegría y también les gusta pasárselo bien ¡por supuesto! Además les encanta el baile, ¡ellas fueron mis profes en la punta hondureña!
Ahora acaba de comenzar el curso escolar, y con ello hay que hacer frente a gastos adicionales de material, transporte, ropa… además de las facturas: agua potable, comida, utensilios de aseo, salario de las trabajadoras… y todos aquellos imprevistos que vienen sin esperar. Por ello me gustaría animaros a colaborar con el centro desde la ONG española que trabaja con ellas; como podéis imaginar ¡cualquier donación es bienvenida! Todo sea por que este centro pueda seguir acogiendo a niñas víctimas de una sociedad en la que vivimos todos. ¡Gracias de parte de todas las chicas de las Flores!
 
Nira Plaza Coca (Londres)
 

lunes, 1 de septiembre de 2014

NIRA EN HONDURAS, CATRACHA DE CORAZÓN

Catracha de corazón.

Sí, sólo un mes ha hecho falta para que este país me haya robado el corazón. No solo por sus brumas entre montañas, sus atardeceres, sus colores… sino también por su lucha, su solidaridad, su calor, y cómo no, por su gente.

La última tarde que pase en España, un amigo, cooperante en Honduras, me dijo lo siguiente “Vive el momento al máximo, pero no intentes que el resto viva lo que tú vas a vivir” Hace apenas dos días, lo comprendí; no hay palabras para describir esta experiencia. Aun así, lo voy a intentar.

Mi viaje comenzó tres semanas atrás, cuando las trabajadoras del centro Las Flores me recibieron en el aeropuerto de Tegucigalpa con algunas de las niñas. Ya en ese momento pude ver en sus sonrisas y la ilusión de sus ojos  que me costaría mucho dejar este lugar; y en efecto, a una semana de volver a España mis sentimientos comienzan a revolucionarse: ellas han conseguido que me sienta como en casa.

Cuando vi el centro por primera vez, quedé fascinada por la preciosidad del entorno en el que se ubica, caracterizado  por el tono selvático de su vegetación, un riachuelo y pequeños y humildes hogares. El Centro “Las Flores” lo componen pequeñas casitas rodeadas de jardines y árboles de frutas exóticas donde conviven veinte niñas con las que no sólo he aprendido cada día un poquito más acerca de este maravilloso país, su gente, sus costumbres… Sino que he crecido con ellas, con su fortaleza, su amabilidad y con la sonrisa que le muestran a la vida cada día al despertar.


Esta experiencia está siendo una de las más enriquecedoras que he tenido la oportunidad de vivir. Yo intento ofrecer cada día lo mejor de mí, trabajando allá donde se precise mi ayuda, colaborando con todas para que este hogar funcione; pero sin duda lo que recibo supera con creces a lo que doy. Todas aquí se han preocupado de que conozca los mejores rincones del país: he viajado a las ruinas Mayas de Copán, al Cristo desde donde se divisa el último rincón de Tegucigalpa, a los preciosos pueblos artesanos de Ojojona y Valle de Ángeles...  Me han integrado en la vida hondureña:  he ido a comprar frutas y vegetales completamente nuevos para mí al Mercado de Comayagüela, he jugado al fútbol en las laderas de La Cuesta, he molido tortillas de maíz, he tostado café, he comido mangos y guayabas recién cogidos del árbol… Ellas han conseguido que me sienta como en casa, por su entusiasmo, su alegría, sus abrazos de buenos días y buenas noches. Ellas me han abierto su hogar y su corazón. Nuestros grandes momentos juntas se han transformado en lecciones de historia, baile, cocina… y todo ello hace impensable que apenas me quede una semana.

Mi gratitud y afecto va dirigido a ellas: las niñas de este Centro, que me han ofrecido todo su cariño desde el primer momento; y por supuesto, a la directora, y a todas las trabajadoras, que me han cuidado y se han preocupado de no me falte de nada aquí. También les dedico toda mi admiración por hacer esta preciosa labor, luchando cada día para que este centro no cierre sus puertas;  para que este lugar consiga las escasas subvenciones que hay, y los medios y recursos para que las niñas estén sanas y felices;  para que tengan los apoyos necesarios y reciban una educación de calidad; y sobre todo, para que se realicen como personas y como mujeres fuertes e independientes.

Para mí, Honduras son ellas. Aquí se queda un pedacito de mi corazón.




NIRA PLAZA COCA, VOLUNTARIA EN LA CASA DE LAS FLORES, TEGUCIGALPA. HONDURAS

jueves, 9 de enero de 2014

Las mujeres y su empoderamiento en la sociedad patriarcal

Artículo de Rosa María Casero Burgos, delegada de Acción para el Desarrollo y la Igualdad en Andalucía (Sevilla) y en Ciudad Real. Es experta en género, cooperación internacional y acción social. Trabaja con nuestra organización en la coordinación de actividades y en especial, en temas relacionados con mujer, creatividad e igualdad,


Antes de empezar, quiero exponer una frase de Linda Mayoux que define el empoderamiento femenino como: “el proceso en marcha a través del cual las mujeres obtienen igualdad de derechos, poder y recursos como los hombres”[i]

Me gustaría  centrarme en la expresión “empoderarse  para conseguir poder” como el de los hombres. Mis preguntas iniciales son las siguientes, ¿Es el poder un medio para conseguir la igualdad?, ¿Por qué siempre hablamos de dar poder a la mujer?, ¿De qué poder estamos hablando?

Empoderar significa conseguir poder social, económico, cultural o político, para estar en equilibrio con respecto a otros colectivos. En nuestra sociedad, se intenta empoderar a las mujeres para que consigan la igualdad con respecto a los hombres.

 El primer concepto importante es el de igualdad. Porque la desigualdad es una realidad que nos rodea, que a veces es visible, pero otras muchas se oculta -aunque eso no significa que no exista-. La sociedad  está tan acostumbrada a ella, que no nos damos cuenta de todos los casos en que ocurre.

Es por ello, que el empoderamiento es un paso importante que hay que llevar a cabo en nuestro entorno, en nuestra sociedad patriarcal, para que poco a poco a los hombres y a las mujeres se les mire como personas iguales en derechos, capacidades y habilidades, en su  diversidad cultural, social y laboral. Sobre todo, se deben incorporar sus voces, sus necesidades y sus puntos de vista en un plano de igualdad.

El primer paso para empoderar, es saber que existe desigualdad, pero no debemos olvidar que empoderar es aportar capacidades para equiparar. El poder es un término de la sociedad capitalista: quien tiene poder es quien domina al sumiso; crea superioridad y hoy en día,  nos acerca hacia la felicidad -esto es lo que se  nos dice-

Para acercarnos a la igualdad, es necesario en primer lugar, un importante aporte de recursos que a las mujeres se les ha negado, durante toda su historia, apareciendo siempre en un segundo plano con respecto al hombre, con un rol de cuidadora, sustentando a la sociedad, pero siendo invisible a su entorno. Sin que la sociedad se diera cuenta, realmente, de su papel de pilar de la sociedad.

Cansadas de ese rol,  las mujeres hemos luchado -y seguimos luchando- para conseguir esa igualdad, esa condición que nos equipare a los hombres. En un sistema patriarcal y donde el poder tiene diferentes matices y caminos para ser alcanzado, posiblemente, el que lleguen a tener las mujeres no será el mismo que ,en la actualidad,  tienen los hombres. Pero de lo que sí estamos seguras es que todos están relacionados, ya que si tienes poder material o político, puede ser que también tengas poder social -y viceversa-.

Es por ello, que es complejo establecer “de qué poder estamos hablando” exactamente cuando decimos “empoderar” a las mujeres dentro de un sistema que tiene como base una estructura patriarcal. Pero eso que lo hace difícil y complejo es también lo que le dará contenido diferente y pondrá en su lugar aquello que aún se está vislumbrando -y es además diferente en cada sociedad, de acuerdo con su historia, cultura y sociedad-.

Habrá que recorrer todavía un difícil y  largo trecho. Pero para ello todavía es necesario completar el desarrollo de un conjunto de conceptos nuevos, y con ellos, y a través de ellos, recorrer el difícil camino de la igualdad. Pero sin  olvidar, en ningún caso, que cuando se pretende dar pasos  -pequeños o grandes- para la igualdad, tanto las mujeres como los hombres deben caminar juntos.

 

 




[i] Comentarios de la Visión de Linda Mayoux por Ellie Bosch, I/C Consultora. El micro-crédito necesita una nueva agenda para el empoderamiento de la mujer. La Haya BO-660i/02-37. Julio 17, 2002. P. 8.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Amigas y amigos solidarios con nuestra infancia amiga


Las fiestas navideñas y los finales de año nos remiten a palabras como felicidad, comidas con amigos, festejos, velas, canciones, y también solidaridad. Es ese momento del año en que muchas personas se sienten inclinadas a pensar en otras personas, que tal vez no tengan todo lo que ellos van a utilizar, regalar, disfrutar o consumir en esos días. Y entonces es cuando se celebran comidas, mercadillos, encuentros y reuniones solidarias para apoyar personas, proyectos o comunidades que sin saberlo ni esperarlo, reciben estupendos regalos en forma de materiales escolares, juguetes, alimentos, etc.

Nuestras madrinas y padrinos ya sabéis, lo hacen a lo largo del año y nuestros amigos y amigas que son socios de la organización contribuyen de forma permanente a que salgan adelante los proyectos que con o sin subvención podemos llevar a cabo.

Desde aquí y siempre, nuestro agradecimiento.
 
También tenemos la enorme suerte de ser una de las organizaciones que se benefician de la solidaridad que se acerca a nosotros para conocer los temas con los que se puede sentir más atraída, vinculados a los proyectos de nuestra ONGD.  Porque algunas personas, lo hacen una vez al año para apoyar proyectos con recursos que van a llegar, íntegros, a los amigos que tenemos en las comunidades con las que estamos asociados. Y no es la primera vez que trabajan con nosotros, es frecuente que estén pendientes de nuestras sugerencias para que su colaboración esté bien encaminada y cumpla su objetivo.
 
Este año las comunidades que se verán favorecidas son El Sembrador, en Tegucigalpa Honduras y la escuela de Choquiac, Municipio de Cantel en Quetzaltenango, Guatemala.
 
Introduciré algunos antecedentes:

El Sembrador es una guardería que está localizada en un barrio suburbano de Tegucigalpa. A ella acuden niñas y niños desde que son bebes, hasta los 6 años, que pertenecen a familias trabajadoras, muchas de ellas cuya cabeza de familia es una mujer. En el año 2008, gracias a una de estas personas solidarias que se ofreció a colaborar en ese momento, se pudo finalizar la construcción de la guardería y nuestra organización acudió a la inauguración gracias a una visita que estaba concertada para otros proyectos en la misma ciudad.

 
El proyecto de El Sembrador, se encuadraba dentro de la colaboración permanente que Acción para el Desarrollo y la Igualdad, mantiene desde 2006 con La Casa de Las Flores, un centro de apoyo a niñas en situación de riesgo, que pertenece a la organización Koinonia, gestora también, de 17 guarderías que como El Sembrador apoyan a las familias de menores recursos en Tegucigalpa.
 
Escuela de Choquiac

La escuela de Choquiac, en Cantel, es también una vieja amiga de nuestra organización. Conocimos su existencia y requerimientos cuando en 2009, celebramos  el encuentro  de los 20 años de la Convención de los Derechos de la Infancia, con UNICEF en La Casa Encendida. A este encuentro  acudieron dos adolescentes y un coordinador del Parlamento de la Niñez y la Adolescencia quienes desde ese momento fueron (con la ONG IDEI) nuestros interlocutores. Esta es  una escuela autogestionada por la comunidad. Debido a la falta de iniciativa del Estado para crear una escuela local, en 1994 los padres decidieron fundar la escuela bilingüe español-maya con el apoyo de INEPAS (Instituto de Estudios de Español y Participación en Ayuda Social). Actualmente cuenta con el apoyo de otro organismo privado FUNDAP (Fundación para el Desarrollo Integral de Programas Socioeconómicos).

Gracias al apoyo y la imaginación de la ONG Descubre Latinoamérica (celebrando mercadillos, reuniones, encuentros solidarios y subastas de arte) se resolvió un grave problema relacionado con la salud y la alimentación: se construyó una nueva cocina-comedor para que las comidas de los escolares que llevan a cabo las madres pudieran hacerse con el cuidado y la limpieza necesarios. Se inauguró en el año 2010.


Los proyectos futuros

 La mejora que recibirán estos dos centros infantiles corresponde a necesidades de índole recreativa, educativa y cultural que no es excesivamente amplia en ambos centros. La falta de recursos para juegos infantiles, libros y espacios de lectura son los que se van  a resolver con este apoyo, que llega como regalo de Reyes.
 
En El Sembrador, se instalarán juegos de patio, infraestructura que en nuestro país es impensable que no exista en una escuela infantil. Inaugurada en 2008, la guardería no ha podido hasta este momento enfrentar los costes correspondientes a estas instalaciones.


En la escuela de Choquiac, se construirá una pequeña biblioteca que permitirá no solo que los escolares tengan un lugar de lectura sino que va a permitir guardar los libros que el Estado ha remitido al centro  y que en la actualidad no tienen ubicación. Estos libros corresponden a la dotación enviada por el  Programa Nacional de Lectura  “Leamos Juntos” con el Acuerdo No. 0035-2013 (entrega de 4.5 millones de libros de lectura de Preprimaria y Primaria).

 
Gracias en estos casos, a una amiga solidaria, que se ha hecho eco de las necesidades de los dos centros, podemos convertir su sueño en realidad. Los niños y niñas de El Sembrador y de Choquiac podrán jugar con juegos infantiles de patio y leer con mayor comodidad, disfrutando de todo aquello que es una obligación, según la Convención de los Derechos de la Infancia: la educación, la cultura  y el juego en un ambiente limpio, sano y feliz.
 
Esperamos que esos sentimientos se mantengan, pero sinceramente, lo que nos gustaría más  es que fueran cada vez menos necesarios, ojala sea así en un futuro no demasiado lejano. Y que podamos verlo.